martes, 23 de octubre de 2007

LOS NIÑOS DE LA GUERRA Y LA MEMORIA HISTORICA


Entre los colectivos de españoles de los que en estos días me estoy despidiendo en Bruselas, el de los Niños de la Guerra me resulta el más entrañable. Líneas más abajo reproduzco la carta que he remitido a las presidentas de las dos Asociaciones de Niños de la Guerra en Bélgica. Por cierto, en estos días se está celebrando en Bruselas, en la Comuna de Anderlecht, una exposición fotográfica sobre los niños a la que asistí en compañía del Consejero de Trabajo y junto a la Embajadora.

Recuerdo en estos momentos que uno de los primeros actos a los que me invitaron cuando llegué a Bruselas hace más de 9 años fué a una exposición sobre los Niños de la Guerra, realizada en la entonces sede de la Cámara de Comercio española en Bélgica, situada en la rue Royal. En aquella ocasión me conmovió el hecho de comprobar a algunos niños de la guerra, ancianos ya, que apenas hablaban castellano y cuya experiencia vital se encontraba absolutamente traumatizada por el hecho de no saber cuáles eran sus orígenes, sus padres, su familia, su lugar de nacimiento. TERRIBLE EXPERIENCIA.

A continuación reproduzco la carta que he enviado a Emilia Labajos y Tina Sangrones presidentas de las dos asociaciones de Niños de la Guerra existentes en Bélgica:

"Estimada amiga:
En los próximos días ceso como Secretario General en la Consejería de Trabajo y Asuntos Sociales de Bruselas. Los años que he pasado en este país han supuesto para mí un factor de enriquecimiento personal al que ha contribuido de forma muy significativa mi relación con el mundo de los emigrantes españoles, un mundo anteriormente conocido por mí de forma tangencial y que en estos momentos puedo decir que conozco y aprecio en su valía.

Pero me ha conmovido particularmente conocer al colectivo de los Niños de la Guerra, de los que admiro su perseverancia y dignidad, pues ustedes son la auténtica Memoria Histórica Viva –ahora que va a tramitarse en el Parlamento español una Ley de la Memoria Histórica- que nos recuerda a todos la indignidad de un Golpe de Estado aderezado de una cruenta guerra civil y con el postre añadido de una brutal dictadura que nos transportó en un túnel del tiempo a épocas remotas y de la que felizmente salimos los españoles hace 30 años. No obstante, aún hoy los cachorros de la dictadura se empeñan en mantener alzado el estandarte de los vencedores en la contienda, negándose a eliminar nombres de indeseables con los que se bautizaron calles y plazas en multitud de pueblos de nuestra España.

Son ellos curiosamente quienes con mayor terquedad se oponen a la tramitación de esta Ley de Memoria Histórica entre cuyos objetivos se encuentra reconciliar definitivamente a la joven democracia española con su pasado; los mismos que se resisten numantinamente a declarar ilegales tantos y tantos juicios sumarísimos y sin garantías que se llevaron a cabo durante la dictadura. Por no hablar de las tumbas colectivas que continúan apareciendo en muchos lugares de antiguos republicanos a cuyos familiares se niega el derecho a identificarlos y enterrarlos dignamente en los lugares que éstos determinen.

Llegado este punto no resulta ocioso recordar a los descerebrados que UNA DEMOCRACIA NO PUEDE SER HEREDERA DE UNA DICTADURA. QUE LA DEMOCRACIA NO SE HA INSTAURADO EN ESPAÑA, SINO QUE SE HA RESTAURADO. Y el referente inmediato de la legalidad democrática no es otro que la II República Española, mal que les pese a algunos.

En este asunto la presencia de los niños de la guerra, con su testimonio y dignidad, viene a constituir el antídoto más eficaz frente al ejercicio de amnesia colectiva en el que pretenden embaucarnos y embaucarse, los que se aferran a la impunidad como instrumento de expiación de culpas personales o familiares.

Por otra parte, quiero decirle que me congratula, por un lado, el hecho de que el colectivo se haya integrado en los diferentes movimientos asociativos de emigrantes españoles signo evidente de normalidad, y, por otro, que estén poniendo punto final al desencuentro que han mantenido entre las dos asociaciones de Niños de la Guerra de Bélgica, pues creo, en mi modesta opinión, que es mucho más lo que les une que lo que les pudiera separar.

Para finalizar quiero testimoniarle mi más profundo agradecimiento por sus deferencias y muestras de cariño para con mi persona, y disculparme por si en alguna ocasión he podido defraudar sus expectativas, pues no siempre es fácil acertar en las decisiones. En este sentido le diré que siempre he intentado actuar en conciencia y razón de lo que creía que era más justo y/o correcto.Muchas gracias por todo, reciba un fuerte abrazo de un amigo.

Hasta siempre".

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